Me llena de orgullo y satisfacción salir del gimnasio, sabiendo que el camino a mi delgadez es cada vez más corto.
Lo que no me satisface tanto es que cada vez que no puedo ducharme en el gimnasio y vuelvo a casa sudorosa y maloliente, me encuentro a mi vecino. Esta no es la forma de conquistarle, lo sé.
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