El autobús salía a las 10, pero a las 9 yo ya había llegado a la estación. Busqué el andén y justo enfrente había mucha gente esperando el mismo autobús que yo, entre ellos, un ciego y un viejo. Encontré un hueco en un banco, justo al lado del anciano y allí me senté a esperar la hora. Todos miraban una pantalla de televisor que se encontraba a mi derecha, incluido el ciego. Pensé que era exraño, porque no tenía sonido, pero él la miraba como si pudiera ver.
De repenté me di cuenta de que no recordaba haber cogido el billete. Mierda. Abrí el bolso y comencé a buscar. Me agobié, no lo encontraba. Me levanté del banco, había mucha gente, tenía que respirar. No lo encontraba, respiraba más rápido. Jadeaba, hiperventilaba. ¿Por qué llevaba tantas cosas en el bolso?
Demasiado aire en mis pulmones, demasiado rápido. Creí que me desmayaba, necesitaba ayuda, pero todos cuidaban del ciego y del viejo, nadie reparaba en mi.
Por fin. Allí estaba. El del avión también, pero arrugado y casi roto. Mi respiración era normal, pero necesitaba sentarme.
Estaba mareada, los números de los andenes cambiaban de sitio y ya no sabía de donde saldría mi autobús.
Buscaba un banco pero el techo estaba lleno de goteras y todos estaban mojados. No podía sentarme.
Mierda, no había cogido la cámara. Ni pilas para el mp3.
Abrí los ojos. Estaba despierta, aunque uno de mis brazos aún dormía. Me dolía el oido, la boca, la cabeza. Y estaba sudando.
Menos mal.
Pero después de una pesadilla siempre me cuesta dormir. Me da miedo. Un miedo irracional que no me deja ni cambiar de posición.
3 comentarios:
Son terribles esas pesadillas de llegar tarde; afortunadamente no son de las más frecuentes que suelo tener. Quizás mi historia del taxi del otro día te impresionara...
Uyyyy, q agobioooo, digo y esta a donde va???
Menos mal q era una pesadilla n???
Un kisss
Nena!! Que es un viaje!!! xDD
Ya verás que bien sale todo ;)
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