Cada vez que pienso que él tiene los ojos de Hugh Grant, me imagino que los guarda en una cajita. Pero no, los lleva puestos. Y, realmente no son los de Hugh Grant, porque él también los lleva puestos. Yo se los veo en las películas.
Y él, con sus ojos azules (como los de Hugh Grant) a veces me mira a mis ojos, que no son los de nadie. Al menos no los de nadie que yo conozca. Y me hace recordar pequeños cadáveres que tuvieron una muerte muy trágica. Pequeños cadáveres que ya nadie, ni siquiera yo, echa de menos.
Pero cuando él consigue que una mano de zombi me agarre algún órgano vital, descubro que aún tengo que matar al chico de la nariz perfecta. Igual que hice con el que no guardaba los ojos de Hugh Grant en una cajita.
El problema es que yo no sé matar, sólo dejar que se mueran.
2 comentarios:
Mola. Mola mucho.
Los ojos de H. G. me dan grimilla.
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