Yo era una mariposa
con las alas del color del viento
que buscaba la flor más hermosa
para aposentar mi trasero.
Y tú eras una araña
que tejía a conciencia
su tela de araña.
Y yo volaba despreocupada
cegada por el verdor del prado,
por el rojo de las amapolas,
cuando choqué contra tu red.
-¡Suéltame! - grité -
¡soy demasiado grande para tu boca!
- ¡Vete! - gritaste -
que mi tela es para las moscas.
-La primavera termina
y se mueren las flores hermosas,
¿dónde me sentaré?
Mis patitas de insecto
siguen enredadas
en tu tela de araña.
Tristeza y silencio.
Las lluvias de otoño
deshicieron los nudos,
y a punto de retomar el vuelo,
una voz a mi espalda:
- Quédate, mariposa,
a pasar el invierno
que el color de tus alas
me gusta más
que el color de las moscas
...
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