Voy a comprar lotería, y dudo entre dos cupones. ¿El que termina en 5 o el que termina en 7?
Los dos números me gustan. El 7 me tienta, pero creo que el 5 me traerá más suerte. Me quedo con el 5.
Al día siguiente, abro el periódico: gana el 7.
En realidad, esto nunca me ha ocurrido. Nunca he comprado lotería. Pero sé lo que se siente al apostar por el que pierde.
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