jueves, 13 de enero de 2011

Capital

Me gusta ir al gimnasio porque durante ese rato no pienso en nada, sólo en mi cuerpo. No puedo estar ahí durante 24 horas así que, inevitablemente, acabo pensando en otras cosas a lo largo del día.

Como, por ejemplo, en los motivos que me trajeron hasta aquí. En cómo este paso, tomado de aquella manera, condiciona mi ahora y condicionará mi después.

Espero que de todo esto salga algo bueno, porque pensar en lo que podría haber sido ya no tiene sentido.

2 comentarios:

Emilienko dijo...

No te olvides: el gimnasio real no es el gimnasio, sino el mismísimo Madrid.

markitoxs dijo...

Saltar las vallas de las multiples obras madrilenhas suele ser una buena rutina de ejercicio.