Es curioso. Obcecados en una misma idea durante largo tiempo, una idea que tal vez no nos gusta pero por algún motivo, no podemos enfocar la situación desde otra óptica.
Y un día, de repente, todo cambia. Así, sin razón aparente. Estás en la ducha, y mientras te enjabonas la solución aparece claramente ante ti. ¿Por qué no había aparecido antes? Era tan sencillo...
Piensas que tal vez esa solución sea efímera, que mañana por la mañana no te parecerá tan buena. Pero se ha instalado en tu cabeza y aunque ya no la recuerdes con claridad has cambiado el enfoque y todo parece mejor.
Tu problema, que solía ser todo un mundo, un mundo incómodo en el que empezabas a hacerte un hueco, se ha convertido en una pequeña mota de polvo a la que sólo hay que soplar para hacerla desaparecer.
Y decides, que antes de soplar, vas a jugar un rato con ella, hasta que encuentres un entretenimiento mejor.
Porque hay que sacar partido de todo, ¿no?