Y yo me pregunto, ¿es realmente posible no adorar a Barbara Wire?
lunes, 29 de septiembre de 2008
You will love me more than you love yourself
cuerpos celestes:
estrellas de quarks,
estrellas fugaces,
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domingo, 28 de septiembre de 2008
He vuelto
He vuelto.
Y ahora soy mucho, mucho más feliz que cuando me fui.
En parte, porque he aprobado las 3 asignaturas a las que me presenté. En parte, porque la terapia ha funcionado. En parte, porque ahora soy un poco más mayor. En parte, porque... Bueno, hay mil partes y no puedo enumerarlas todas.
Y ahora soy mucho, mucho más feliz que cuando me fui.
En parte, porque he aprobado las 3 asignaturas a las que me presenté. En parte, porque la terapia ha funcionado. En parte, porque ahora soy un poco más mayor. En parte, porque... Bueno, hay mil partes y no puedo enumerarlas todas.
¡Gracias Maaaarc! :)
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miércoles, 17 de septiembre de 2008
Me voy.
Pero volveré.
Deseadme buen viaje :)
Deseadme buen viaje :)
lunes, 15 de septiembre de 2008
Pesadilla en Plaza de Armas
El autobús salía a las 10, pero a las 9 yo ya había llegado a la estación. Busqué el andén y justo enfrente había mucha gente esperando el mismo autobús que yo, entre ellos, un ciego y un viejo. Encontré un hueco en un banco, justo al lado del anciano y allí me senté a esperar la hora. Todos miraban una pantalla de televisor que se encontraba a mi derecha, incluido el ciego. Pensé que era exraño, porque no tenía sonido, pero él la miraba como si pudiera ver.
De repenté me di cuenta de que no recordaba haber cogido el billete. Mierda. Abrí el bolso y comencé a buscar. Me agobié, no lo encontraba. Me levanté del banco, había mucha gente, tenía que respirar. No lo encontraba, respiraba más rápido. Jadeaba, hiperventilaba. ¿Por qué llevaba tantas cosas en el bolso?
Demasiado aire en mis pulmones, demasiado rápido. Creí que me desmayaba, necesitaba ayuda, pero todos cuidaban del ciego y del viejo, nadie reparaba en mi.
Por fin. Allí estaba. El del avión también, pero arrugado y casi roto. Mi respiración era normal, pero necesitaba sentarme.
Estaba mareada, los números de los andenes cambiaban de sitio y ya no sabía de donde saldría mi autobús.
Buscaba un banco pero el techo estaba lleno de goteras y todos estaban mojados. No podía sentarme.
Mierda, no había cogido la cámara. Ni pilas para el mp3.
Abrí los ojos. Estaba despierta, aunque uno de mis brazos aún dormía. Me dolía el oido, la boca, la cabeza. Y estaba sudando.
Menos mal.
Pero después de una pesadilla siempre me cuesta dormir. Me da miedo. Un miedo irracional que no me deja ni cambiar de posición.
De repenté me di cuenta de que no recordaba haber cogido el billete. Mierda. Abrí el bolso y comencé a buscar. Me agobié, no lo encontraba. Me levanté del banco, había mucha gente, tenía que respirar. No lo encontraba, respiraba más rápido. Jadeaba, hiperventilaba. ¿Por qué llevaba tantas cosas en el bolso?
Demasiado aire en mis pulmones, demasiado rápido. Creí que me desmayaba, necesitaba ayuda, pero todos cuidaban del ciego y del viejo, nadie reparaba en mi.
Por fin. Allí estaba. El del avión también, pero arrugado y casi roto. Mi respiración era normal, pero necesitaba sentarme.
Estaba mareada, los números de los andenes cambiaban de sitio y ya no sabía de donde saldría mi autobús.
Buscaba un banco pero el techo estaba lleno de goteras y todos estaban mojados. No podía sentarme.
Mierda, no había cogido la cámara. Ni pilas para el mp3.
Abrí los ojos. Estaba despierta, aunque uno de mis brazos aún dormía. Me dolía el oido, la boca, la cabeza. Y estaba sudando.
Menos mal.
Pero después de una pesadilla siempre me cuesta dormir. Me da miedo. Un miedo irracional que no me deja ni cambiar de posición.
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domingo, 14 de septiembre de 2008
La felicidad en 14 puntos
Un soñador infinito me pidió que enumerara 14 cosas que me hicieran feliz:
1) Las pompas de jabón. Sobre todo cuando salen de los botes de champú mientras me estoy duchando.
2) Los Peta-Zetas explotando en mi boca.
3) Las cabras.
4) La cerveza.
5) Mover el culo escuchando Glam Metal. Y si no lo muevo, también soy feliz.
6) Aprobar un examen. Mejor aprobarlos todos.
7) Cuando un profesor dice algo bueno de mi. (Eeeempoooooooo!!) xD
8) El ruido de la ciudad cuando estoy quedandome dormida. (Mi habitación de Sevilla es tan silenciosa...)
9) Ir a un concierto de los grupos que de verdad me gustan.
10) Tocar con Naked NaNa.
11) Actuar. Aunque se me de fatal, pero sube la adrenalina. :)
12) Cocinar galletas y pasteles. (Goooordaa!!) xD
13) Los gabinetes de crisis de la chupipandi. Bueno, la chupipandi en general. (que bunitu..) :__)
14) Mi cumpleaños.
BONUS) Encontrarme a según quien. Más si ese día estoy guapa.
Y yo no nomino a nadie, porque soy antisistema.
xD
1) Las pompas de jabón. Sobre todo cuando salen de los botes de champú mientras me estoy duchando.
2) Los Peta-Zetas explotando en mi boca.
3) Las cabras.
4) La cerveza.
5) Mover el culo escuchando Glam Metal. Y si no lo muevo, también soy feliz.
6) Aprobar un examen. Mejor aprobarlos todos.
7) Cuando un profesor dice algo bueno de mi. (Eeeempoooooooo!!) xD
8) El ruido de la ciudad cuando estoy quedandome dormida. (Mi habitación de Sevilla es tan silenciosa...)
9) Ir a un concierto de los grupos que de verdad me gustan.
10) Tocar con Naked NaNa.
11) Actuar. Aunque se me de fatal, pero sube la adrenalina. :)
12) Cocinar galletas y pasteles. (Goooordaa!!) xD
13) Los gabinetes de crisis de la chupipandi. Bueno, la chupipandi en general. (que bunitu..) :__)
14) Mi cumpleaños.
BONUS) Encontrarme a según quien. Más si ese día estoy guapa.
Y yo no nomino a nadie, porque soy antisistema.
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sábado, 13 de septiembre de 2008
Orejas puntiagudas: Aquelarre.
- Hoy he recordado que él tenía los ojos de Hugh.
- ¿Heffner?
- No, Grant.
- Ah, pues muy bien.
- Sí. También he recordado el sabor de la sangre y no sé por qué, si estamos tan llenos de hierro, somos tan frágiles.
- Acabas de decir una tontería. Muy grande.
- Lo sé. Siempre he deseado ser inteligente.
- La inteligencia se cultiva.
- Sí y la vida hay que vivirla uno mismo, no escucharla por boca de los demás.
- Pero los consejos son útiles.
- No, los consejos no son más que juicios que hacen que te sientas peor aún. Si es que eso es posible.
- Hoy te noto bastante pesimista. Más que de costumbre.
- ...
- ¿En qué piensas?
- En sus ojos.
- ¿Heffner?
- No, Grant.
- Ah, pues muy bien.
- Sí. También he recordado el sabor de la sangre y no sé por qué, si estamos tan llenos de hierro, somos tan frágiles.
- Acabas de decir una tontería. Muy grande.
- Lo sé. Siempre he deseado ser inteligente.
- La inteligencia se cultiva.
- Sí y la vida hay que vivirla uno mismo, no escucharla por boca de los demás.
- Pero los consejos son útiles.
- No, los consejos no son más que juicios que hacen que te sientas peor aún. Si es que eso es posible.
- Hoy te noto bastante pesimista. Más que de costumbre.
- ...
- ¿En qué piensas?
- En sus ojos.
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viernes, 12 de septiembre de 2008
De plásticos y metales
No hace mucho me mandaron este mail que no he leído hasta esta mañana. Es un artículo de Pérez-Reverte, que si os parece muy largo y os da pereza leer, pues os saltais todo lo que esté en cursiva y me seguís leyendo más abajo:
[Creo que a Titoíto le va a gustar] ;)
PATENTE DE CORSO, POR ARTURO PÉREZ-REVERTE
Corsés góticos y cascos de walkiria
No soy muy aficionado a la música, excepto cuando una canción –copla, tango, bolero, corrido, cierta clase de jazz– cuenta historias. Tampoco me enganchó nunca la música metal. Me refiero a la que llamamos heavy o jevi aunque no siempre lo sea, pues ésta, que fue origen de aquélla, es hoy un subestilo más. Siempre recelé de los decibelios a tope, las guitarras atronadoras y las voces que exigen esfuerzo para enterarse de qué van. Las bases rítmicas, el intríngulis de los bajos y las cuerdas metaleros, escapan a mi oído poco selectivo. Salvo algunas excepciones, tales composiciones y letras me parecieron siempre ruido marginal y ganas de dar por saco, con toda esa parafernalia porculizante de Satán, churris, motos y puta sociedad. Incluidas, cuando se metían en jardines ideológicos, demagogia de extrema izquierda y subnormalidad profunda de extrema derecha. Etcétera.
Sin embargo, una cosa diré en mi descargo. De toda la vida me cayeron mejor esos cenutrios largando escupitajos sobre todo cristo que los triunfitos relamidos, clónicos y saltarines, tan rubios, morenos, rizados y relucientes ellos, tan chochidesnatadas ellas, con sus megapijerías, sus exclusivas de tomate y papel cuché, y toda esa chorrez envasada en plástico y al vacío. Al menos, concluí siempre, los metaleros tienen rabia y tienen huevos, y aunque a veces tengan la pinza suelta y hecha un carajal, éste suele ser de cosas, ideas, fe o cólera que les dan la brasa y los remueven, y no de cuántas plazas será el garaje de la casa que comprarán en Miami cuando triunfen y puedan decir vacuas gilipolleces en la tele como Ricky, como Paulina, como Enrique.
Pero de lo que quiero hablarles hoy es de música metal. Ocurre que en los últimos tiempos –a la vejez, viruelas– he descubierto, con sorpresa, cosas interesantes al respecto. Entre otras, que esa música se divide en innumerables parcelas donde hay de todo: absurda bazofia analfabeta y composiciones dignas de estudio y de respeto. Aunque parezca extraño y contradictorio, la palabra cultura no es ajena a una parte de ese mundo. Si uno acerca la oreja entre la maraña de voces confusas y guitarras atronadoras, a veces se tropieza con letras que abundan en referencias literarias, históricas, mitológicas y cinematográficas. Confieso que acabo de descubrir, asombrado, entre ese caos al que llamamos música metal, a grupos que han visto buen cine y leído buenos libros con pasión desaforada. Ha sido un ejercicio apasionante rastrear, entre estruendo de decibelios y voces a menudo desgarradas y confusas, historias que van de las Térmópilas a Sarajevo o Bagdad, incluyendo las Cruzadas, la conquista de América o Lepanto. Como es el caso, verbigracia, de Iron Maiden y su Alexander the Great. La mitología –Virgin Steele, por ejemplo, y su incursión en el mundo griego y precristiano– es otro punto fuerte metalero: Mesopotamia, Egipto, La Ilíada y La Odisea, el mundo romano o el ciclo artúrico. Ahí, los grupos escandinavos y anglosajones que cantan en inglés copan la vanguardia desde hace tiempo; pero es de justicia reconocer una sólida aportación española, con grupos que manejan eficazmente la fértil mitología de su tierra: Asturias, País Vasco, Cataluña o Galicia. Tampoco el cine es ajeno al asunto; las películas épicas, de terror o de ciencia ficción, La guerra de las galaxias, Blade Runner, Dune, las antiguas cintas de serie B, afloran por todas partes en las letras metaleras. Lo mismo ocurre con la literatura, desde El Señor de los Anillos hasta La Isla del Tesoro o El Cantar del Cid. Todo es posible, al cabo, en una música donde el Grupo Magma canta en el idioma oficial del planeta Kobaia –que sólo ellos entienden, los jodíos– mientras otros lo hacen en las lenguas de la Tierra Media. Donde Mago de Oz alude –La Cruz de Santiago– al capitán Alatriste y Avalanch a Don Pelayo. Donde los segovianos de Lujuria lo mismo ironizan sobre la hipocresía de la Iglesia católica en cuestiones sexuales que largan letras porno sobre Mozart y Salieri o relatan, épicos, la revuelta comunera de Castilla. Y es que no se trata sólo de estrambóticos macarras, de rapados marginales y suburbanos, de pavas que cantan ópera chunga con corsé gótico y casco de walkiria. Ahora sé –lamento no haberlo sabido antes– que la música metal es también un mundo rico y fascinante, camino inesperado por el que muchos jóvenes españoles se arriman hoy a la cultura que tanto imbécil oficial les niega. El grupo riojano Tierra Santa es un ejemplo obvio: su balada sobre el poema La Canción del Pirata consiguió lo que treinta años de reformas presuntamente educativas no han conseguido en este país de ministros basura. Que, en sus conciertos, miles de jóvenes reciten a voz en grito a Espronceda, sin saltarse una coma.
También me han mandado un powerpoint sobre lo malísimas que resultan las bolsas de plástico. Lo estaba leyendo con toda la calma del mundo hasta que han empezado a aparecer fotos de animalitos masticándolas, ahogándose o simplemente jodidos.
Los animales sufriendo siempre me han conmovido más que las personas, vaya usted a saber por qué.
Por cierto, al final mi libro de viaje será Historia de Dos Ciudades, del señor Dickens. No sólo lo tenía por casa, sino que además, ha resultado tener el tamaño perfecto.
:)
[Creo que a Titoíto le va a gustar] ;)
PATENTE DE CORSO, POR ARTURO PÉREZ-REVERTE
Corsés góticos y cascos de walkiria
No soy muy aficionado a la música, excepto cuando una canción –copla, tango, bolero, corrido, cierta clase de jazz– cuenta historias. Tampoco me enganchó nunca la música metal. Me refiero a la que llamamos heavy o jevi aunque no siempre lo sea, pues ésta, que fue origen de aquélla, es hoy un subestilo más. Siempre recelé de los decibelios a tope, las guitarras atronadoras y las voces que exigen esfuerzo para enterarse de qué van. Las bases rítmicas, el intríngulis de los bajos y las cuerdas metaleros, escapan a mi oído poco selectivo. Salvo algunas excepciones, tales composiciones y letras me parecieron siempre ruido marginal y ganas de dar por saco, con toda esa parafernalia porculizante de Satán, churris, motos y puta sociedad. Incluidas, cuando se metían en jardines ideológicos, demagogia de extrema izquierda y subnormalidad profunda de extrema derecha. Etcétera.
Sin embargo, una cosa diré en mi descargo. De toda la vida me cayeron mejor esos cenutrios largando escupitajos sobre todo cristo que los triunfitos relamidos, clónicos y saltarines, tan rubios, morenos, rizados y relucientes ellos, tan chochidesnatadas ellas, con sus megapijerías, sus exclusivas de tomate y papel cuché, y toda esa chorrez envasada en plástico y al vacío. Al menos, concluí siempre, los metaleros tienen rabia y tienen huevos, y aunque a veces tengan la pinza suelta y hecha un carajal, éste suele ser de cosas, ideas, fe o cólera que les dan la brasa y los remueven, y no de cuántas plazas será el garaje de la casa que comprarán en Miami cuando triunfen y puedan decir vacuas gilipolleces en la tele como Ricky, como Paulina, como Enrique.
Pero de lo que quiero hablarles hoy es de música metal. Ocurre que en los últimos tiempos –a la vejez, viruelas– he descubierto, con sorpresa, cosas interesantes al respecto. Entre otras, que esa música se divide en innumerables parcelas donde hay de todo: absurda bazofia analfabeta y composiciones dignas de estudio y de respeto. Aunque parezca extraño y contradictorio, la palabra cultura no es ajena a una parte de ese mundo. Si uno acerca la oreja entre la maraña de voces confusas y guitarras atronadoras, a veces se tropieza con letras que abundan en referencias literarias, históricas, mitológicas y cinematográficas. Confieso que acabo de descubrir, asombrado, entre ese caos al que llamamos música metal, a grupos que han visto buen cine y leído buenos libros con pasión desaforada. Ha sido un ejercicio apasionante rastrear, entre estruendo de decibelios y voces a menudo desgarradas y confusas, historias que van de las Térmópilas a Sarajevo o Bagdad, incluyendo las Cruzadas, la conquista de América o Lepanto. Como es el caso, verbigracia, de Iron Maiden y su Alexander the Great. La mitología –Virgin Steele, por ejemplo, y su incursión en el mundo griego y precristiano– es otro punto fuerte metalero: Mesopotamia, Egipto, La Ilíada y La Odisea, el mundo romano o el ciclo artúrico. Ahí, los grupos escandinavos y anglosajones que cantan en inglés copan la vanguardia desde hace tiempo; pero es de justicia reconocer una sólida aportación española, con grupos que manejan eficazmente la fértil mitología de su tierra: Asturias, País Vasco, Cataluña o Galicia. Tampoco el cine es ajeno al asunto; las películas épicas, de terror o de ciencia ficción, La guerra de las galaxias, Blade Runner, Dune, las antiguas cintas de serie B, afloran por todas partes en las letras metaleras. Lo mismo ocurre con la literatura, desde El Señor de los Anillos hasta La Isla del Tesoro o El Cantar del Cid. Todo es posible, al cabo, en una música donde el Grupo Magma canta en el idioma oficial del planeta Kobaia –que sólo ellos entienden, los jodíos– mientras otros lo hacen en las lenguas de la Tierra Media. Donde Mago de Oz alude –La Cruz de Santiago– al capitán Alatriste y Avalanch a Don Pelayo. Donde los segovianos de Lujuria lo mismo ironizan sobre la hipocresía de la Iglesia católica en cuestiones sexuales que largan letras porno sobre Mozart y Salieri o relatan, épicos, la revuelta comunera de Castilla. Y es que no se trata sólo de estrambóticos macarras, de rapados marginales y suburbanos, de pavas que cantan ópera chunga con corsé gótico y casco de walkiria. Ahora sé –lamento no haberlo sabido antes– que la música metal es también un mundo rico y fascinante, camino inesperado por el que muchos jóvenes españoles se arriman hoy a la cultura que tanto imbécil oficial les niega. El grupo riojano Tierra Santa es un ejemplo obvio: su balada sobre el poema La Canción del Pirata consiguió lo que treinta años de reformas presuntamente educativas no han conseguido en este país de ministros basura. Que, en sus conciertos, miles de jóvenes reciten a voz en grito a Espronceda, sin saltarse una coma.
También me han mandado un powerpoint sobre lo malísimas que resultan las bolsas de plástico. Lo estaba leyendo con toda la calma del mundo hasta que han empezado a aparecer fotos de animalitos masticándolas, ahogándose o simplemente jodidos.
Los animales sufriendo siempre me han conmovido más que las personas, vaya usted a saber por qué.
Por cierto, al final mi libro de viaje será Historia de Dos Ciudades, del señor Dickens. No sólo lo tenía por casa, sino que además, ha resultado tener el tamaño perfecto.
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jueves, 11 de septiembre de 2008
Historia nº 51
Tengo ganas de subirme a un tejado y ponerme a escribir. ¿Por qué a un tejado? Bah, quien sabe, tal vez me venga la inspiración una vez allí arriba. Bajo el cielo siempre he escrito mejor. [Tampoco es muy difícil]
Y tengo que encontrar un libro que llene mis solitarias horas de viaje, ¿alguna recomendación? Desayuno en Tiffany's me lo terminaré antes de irme, y el otro que tengo empezado es el de Los Tres Mosqueteros, pero es demasiado gordo.
Estoy pensando en Historia de Dos Ciudades... ¿de qué tamaño es? ¿lo tendré por casa?
Y tengo que encontrar un libro que llene mis solitarias horas de viaje, ¿alguna recomendación? Desayuno en Tiffany's me lo terminaré antes de irme, y el otro que tengo empezado es el de Los Tres Mosqueteros, pero es demasiado gordo.
Estoy pensando en Historia de Dos Ciudades... ¿de qué tamaño es? ¿lo tendré por casa?
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miércoles, 10 de septiembre de 2008
55 x 40 x 20 cm
No sé como algo tan pequeño puede ocupar tanto espacio dentro de mi cabeza.
Espero que hoy no se acabe el mundo.
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estrellas de quarks,
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lunes, 8 de septiembre de 2008
Muy delgado
Muy delgado. Sólo recuerdo que era muy delgado. Y no demasiado alto. De la media, más bien bajito.
He olvidado su olor y su sabor. El sonido de su voz es apenas un murmullo en mi memoria. Ya casi no recuerdo nada, lo olvidé todo de repente.
Sólo recuerdo que era muy delgado. Tan delgado, que cuando dormía parecía indefenso. Tan delgado, que daba pena.
Su cadera era estrecha y de espaldas se adivinaban todas sus costillas, sus vértebras. Era tan delgado que parecía sumamente frágil.
Ahora sé que su fragilidad era sólo apariencia.
He olvidado su olor y su sabor. El sonido de su voz es apenas un murmullo en mi memoria. Ya casi no recuerdo nada, lo olvidé todo de repente.
Sólo recuerdo que era muy delgado. Tan delgado, que cuando dormía parecía indefenso. Tan delgado, que daba pena.
Su cadera era estrecha y de espaldas se adivinaban todas sus costillas, sus vértebras. Era tan delgado que parecía sumamente frágil.
Ahora sé que su fragilidad era sólo apariencia.
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anillos de saturno,
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domingo, 7 de septiembre de 2008
Through the looking glass
Y si el espejo estalla en mil pedazos y cada uno de ellos se te clava...
entonces, ¿qué pasa?
entonces, ¿qué pasa?
viernes, 5 de septiembre de 2008
Desintoxicación
Si los corazones rotos son un mal más común que las drogas, ¿por qué no existen centros de rehabilitación para curarlos?
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jueves, 4 de septiembre de 2008
W[h]ales
Me pregunto si en Gales habrá ballenas.
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miércoles, 3 de septiembre de 2008
El agradable calor del frío
Y yo no sé que es lo que me pasa, aún no he logrado averiguarlo,
pero me gustan los lugares fríos.
Hasta donde alcanzo a recordar, nunca me gustaron las ciudades donde hace calor. Siempre he querido ir a vivir a un lugar frío.
Un lugar como Noruega, o Finlandia, o Dinamarca.
Un lugar donde anochezca temprano.
Donde pueda llevar bufanda y guantes y gorro y orejeras.
Donde pueda entrar en mi casa calentita y hacer galletas calentitas.
Y pasteles y magdalenas.
Un lugar calentito al que invitar a mis amigos a comer muffins calentitos con una gran taza de chocolate. Calentito, por supuesto.
Quiero ir a una ciudad donde no sólo se sienta el frío, donde además se respire el frío. Donde el frío pueda hasta tocarse.
Y yo no sé por qué siempre que pienso en la felicidad absoluta, en mi cabeza, hay nieve.
Tal vez, también una chimenea.
Y el verano me pone triste y melancólica, porque hace que desee más, más alto, más fuerte, ese lugar frío al que un día me iré a vivir.
pero me gustan los lugares fríos.
Hasta donde alcanzo a recordar, nunca me gustaron las ciudades donde hace calor. Siempre he querido ir a vivir a un lugar frío.
Un lugar como Noruega, o Finlandia, o Dinamarca.
Un lugar donde anochezca temprano.
Donde pueda llevar bufanda y guantes y gorro y orejeras.
Donde pueda entrar en mi casa calentita y hacer galletas calentitas.
Y pasteles y magdalenas.
Un lugar calentito al que invitar a mis amigos a comer muffins calentitos con una gran taza de chocolate. Calentito, por supuesto.
Quiero ir a una ciudad donde no sólo se sienta el frío, donde además se respire el frío. Donde el frío pueda hasta tocarse.
Y yo no sé por qué siempre que pienso en la felicidad absoluta, en mi cabeza, hay nieve.
Tal vez, también una chimenea.
Y el verano me pone triste y melancólica, porque hace que desee más, más alto, más fuerte, ese lugar frío al que un día me iré a vivir.
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martes, 2 de septiembre de 2008
Felicidad contenible
Si mi vida actual fuera un encefalograma, sería plano.
Necesito salir, irme de viaje. En cuanto termine los exámenes... aunque sea a Barcelona.
¿Alguien me ofrece un buen destino?
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